CUENTO PARA LA CONCIENCIACIÓN MEDIOAMBIENTAL
En esta entrada os voy a contar la última tarea que nos ha mandado Florencio: ¡¡escribir un cuento para niños de Primaria!!
No os voy a decir que me disgustó la idea porque me gusta mucho escribir historias y me ilusionó mucho esta propuesta.
Para escribir el cuento, tenemos una serie de reglas como que tiene que estar relacionado con la obra elegida de uno de los dos artistas asignados y debe tratar sobre la concienciación medioambiental.
He elegido la obra "La Danza" de Henri Matisse y he disfrutado mucho inventando la historia que a continuación os muestro:
Espero que os guste y que disfrutéis con su lectura.
"LA DANZA DE LOS RESCATADORES DEL PLANETA" 🕮
Violeta es una niña feliz de
12 años que vive con sus padres y sus dos hermanos en un precioso pueblo
costero.
Este día antes de dormir, sus
pensamientos estaban en la clase de plástica. Su maestra Lidia, que también les
da clase de Naturales y que le encanta relacionar sus dos asignaturas siempre
que es posible, les había enseñado la obra “La Danza” de Henri Matisse. En el
cuadro, las personas que aparecen en ella están bailando, desnudas, agarradas
de las manos. La actividad de esa clase consistió en que cada alumno
reinterpretará en un folio ese cuadro. Mientras lo realizaban, la maestra les fue
explicando los colores del cuadro original, que el color azul representaba al
cielo, el color marrón a las personas y el verde a la naturaleza, es decir, la
vida en la tierra. A raíz de esta explicación, les comentó, que estamos
maltratando a nuestro planeta. También les explicó el significado del baile
unidos por las manos, que es signo de unión, fuerza, protección… y concluyó
diciendo que debemos unirnos para proteger al planeta porque de no hacerlo,
llegará un momento en el que la vida en él no será posible.
Violeta se preguntaba qué podría hacer ella
para mejorar esta situación del planeta y convencer a los adultos para que la
ayudaran, porque con la ayuda de sus compañeros de clase y de sus hermanos,
estaba segura de que ya contaba. Entendía que los niños no eran los culpables
de lo que estaba ocurriendo y que en ellos estaba la posibilidad de mejorar el
futuro.
Se durmió pensando en ello y
de repente, se despertó en el fondo del mar, sola, rodeada de plásticos y de
peces que luchaban por sacar de sus aletas o sus bocas los plásticos que les
impedían respirar, moverse, crecer…. Sin casi darse cuenta comenzó a ayudarles
rompiendo con sus manos y con sus dientes los plásticos y las ataduras que les
impedían continuar viviendo. Agotada, se rindió de nuevo al sueño.
A las 7:30 sonó el despertador,
Violeta se levantó sobresaltada y se dio cuenta de que todo había sido un
sueño, pero era tan real… Cuando bajó a desayunar, observó la cantidad de
plásticos que había encima de la mesa: bolsa de magdalenas, el plástico que
envolvía los zumos, la bolsa de las galletas de mamá… y le dieron ganas de
llorar. ¿Qué iba a pasar con todos esos plásticos? ¿Dónde iban a parar? Mamá sí
reciclaba, pero… ¿todo el mundo lo haría?
A su cabeza llegaron las imágenes de los peces
de la noche anterior atrapados en los plásticos que los humanos estaban
utilizando de forma irresponsable. ¿No había en la panadería bolsas de papel
para las magdalenas? ¿Por qué no vienen los zumos en una cajita de cartón?
Ese día en el colegio cuando su
maestra de plástica propuso elegir un lugar y una actividad para realizar todos
juntos la excursión de fin de curso, Violeta lo tuvo claro, recordó un reto
viral de Twiter que su prima le había enseñado y con esa idea en la mente, propuso
que fueran a la playa del pueblo junto con sus familias, así no necesitarían
coger un autobús. Ya en la playa, la primera actividad consistiría en recoger
toda la basura que encontraran y llevar a reciclar todo lo que fuera posible.
Como actividad final propuso,
hacer un círculo de niños y padres bailando descalzos, agarrándose de las manos,
simulando el cuadro “La Danza” de Henri Matisse, porque su maestra también les había
explicado que la danza sirve para expresar sentimientos, deseos, miedos… y ellos
expresarían su miedo ante la destrucción del planeta y su deseo de mantenerse
unidos para cuidarlo. Harían una fotografía del círculo y la colocarían en la
clase para recordar siempre su compromiso con el planeta.
La propuesta de Violeta fue la
elegida por unanimidad por sus compañeros, estaban convencidos de que tenían
que hacer algo, empezarían por esta actividad y seguirían colaborando con sus
pequeñas grandes ideas. Uno de sus compañeros propuso acudir a todos los
negocios del pueblo, para convencerlos de no utilizar bolsas de plástico,
mostrándoles fotos con los estragos que causa esta práctica en la naturaleza.
Realizaron la excursión y todo
lo propuesto y cuando el resto de los alumnos y padres del colegio se
enteraron, también decidieron hacer esta actividad en otras zonas del pueblo. A
partir de entonces, la clase de 6º B se la conoce con el nombre de "Los rescatadores del planeta".
¡¡Hasta pronto chic@s!! 👋
Violeta es una niña feliz de
12 años que vive con sus padres y sus dos hermanos en un precioso pueblo
costero.
Este día antes de dormir, sus
pensamientos estaban en la clase de plástica. Su maestra Lidia, que también les
da clase de Naturales y que le encanta relacionar sus dos asignaturas siempre
que es posible, les había enseñado la obra “La Danza” de Henri Matisse. En el
cuadro, las personas que aparecen en ella están bailando, desnudas, agarradas
de las manos. La actividad de esa clase consistió en que cada alumno
reinterpretará en un folio ese cuadro. Mientras lo realizaban, la maestra les fue
explicando los colores del cuadro original, que el color azul representaba al
cielo, el color marrón a las personas y el verde a la naturaleza, es decir, la
vida en la tierra. A raíz de esta explicación, les comentó, que estamos
maltratando a nuestro planeta. También les explicó el significado del baile
unidos por las manos, que es signo de unión, fuerza, protección… y concluyó
diciendo que debemos unirnos para proteger al planeta porque de no hacerlo,
llegará un momento en el que la vida en él no será posible.
Violeta se preguntaba qué podría hacer ella
para mejorar esta situación del planeta y convencer a los adultos para que la
ayudaran, porque con la ayuda de sus compañeros de clase y de sus hermanos,
estaba segura de que ya contaba. Entendía que los niños no eran los culpables
de lo que estaba ocurriendo y que en ellos estaba la posibilidad de mejorar el
futuro.
Se durmió pensando en ello y
de repente, se despertó en el fondo del mar, sola, rodeada de plásticos y de
peces que luchaban por sacar de sus aletas o sus bocas los plásticos que les
impedían respirar, moverse, crecer…. Sin casi darse cuenta comenzó a ayudarles
rompiendo con sus manos y con sus dientes los plásticos y las ataduras que les
impedían continuar viviendo. Agotada, se rindió de nuevo al sueño.
A las 7:30 sonó el despertador,
Violeta se levantó sobresaltada y se dio cuenta de que todo había sido un
sueño, pero era tan real… Cuando bajó a desayunar, observó la cantidad de
plásticos que había encima de la mesa: bolsa de magdalenas, el plástico que
envolvía los zumos, la bolsa de las galletas de mamá… y le dieron ganas de
llorar. ¿Qué iba a pasar con todos esos plásticos? ¿Dónde iban a parar? Mamá sí
reciclaba, pero… ¿todo el mundo lo haría?
A su cabeza llegaron las imágenes de los peces
de la noche anterior atrapados en los plásticos que los humanos estaban
utilizando de forma irresponsable. ¿No había en la panadería bolsas de papel
para las magdalenas? ¿Por qué no vienen los zumos en una cajita de cartón?
Ese día en el colegio cuando su
maestra de plástica propuso elegir un lugar y una actividad para realizar todos
juntos la excursión de fin de curso, Violeta lo tuvo claro, recordó un reto
viral de Twiter que su prima le había enseñado y con esa idea en la mente, propuso
que fueran a la playa del pueblo junto con sus familias, así no necesitarían
coger un autobús. Ya en la playa, la primera actividad consistiría en recoger
toda la basura que encontraran y llevar a reciclar todo lo que fuera posible.
Como actividad final propuso,
hacer un círculo de niños y padres bailando descalzos, agarrándose de las manos,
simulando el cuadro “La Danza” de Henri Matisse, porque su maestra también les había
explicado que la danza sirve para expresar sentimientos, deseos, miedos… y ellos
expresarían su miedo ante la destrucción del planeta y su deseo de mantenerse
unidos para cuidarlo. Harían una fotografía del círculo y la colocarían en la
clase para recordar siempre su compromiso con el planeta.
La propuesta de Violeta fue la
elegida por unanimidad por sus compañeros, estaban convencidos de que tenían
que hacer algo, empezarían por esta actividad y seguirían colaborando con sus
pequeñas grandes ideas. Uno de sus compañeros propuso acudir a todos los
negocios del pueblo, para convencerlos de no utilizar bolsas de plástico,
mostrándoles fotos con los estragos que causa esta práctica en la naturaleza.
Realizaron la excursión y todo
lo propuesto y cuando el resto de los alumnos y padres del colegio se
enteraron, también decidieron hacer esta actividad en otras zonas del pueblo. A
partir de entonces, la clase de 6º B se la conoce con el nombre de "Los rescatadores del planeta".
¡¡Hasta pronto chic@s!! 👋
¡¡Hasta pronto chic@s!! 👋
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